La energía solar térmica en el hogar es una alternativa realmente interesante para la producción de agua caliente sanitaria (ACS). De hecho, se trata de una opción mucho más sostenible que el resto de tipos, ya que estamos ante una energía verde que proviene directamente del sol.
Un aspecto realmente valorable de la energía solar térmica es que puede ser instalada en toda clase de viviendas, desde las unifamiliares hasta comunidades de vecinos, ofreciendo siempre grandes ventajas. Además, no podemos olvidar que recientemente se ha aprobado un nuevo marco legal por el que se busca y fomenta el uso de energías renovables en todos los ámbitos, tanto en el público como privado y profesional.
¿Cómo funciona la energía solar térmica en el hogar?
Una instalación de estas características lleva a cabo una acumulación del calor del sol a través de unos paneles que reciben el nombre de colectores. Esa energía se transmite a través de la instalación para la producción de agua caliente sanitaria, así como para el sistema de calefacción, independientemente que estemos hablando de radiadores convencionales o de suelo radiante.
La principal diferencia entre esta modalidad y la energía producida por placas fotovoltaicas es que, en este caso, el calor se envía sin producir electricidad, aspecto que sí ocurre con la energía solar fotovoltaica.
Una instalación de energía solar térmica en el hogar implica, por tanto, la colocación necesaria de unos captadores solares. Lo más habitual es que puedan ser colocados en la fachada, en la cubierta o en el tejado de la vivienda.
En último lugar, para conseguir que ese calor se transforme en agua caliente sanitaria, es necesario que se transmita a través de un intercambiador. Por suerte, ese calor se queda acumulado en un depósito especialmente diseñado para ello, de manera que permite su almacenamiento y posterior uso.
Según el informe Potencial de la Energía Solar Térmica en Europa, la demanda de calefacción y refrigeración representa el 49% por ciento de la demanda de energía en la UE. De este modo, solo la energía solar, la geotermia y la biomasa son energías renovables capaces de generar calor.